viernes, 2 de octubre de 2009

dejar la mente en reposo

“Tal y como ya os dije, la mente del principiante se compara a menudo con una cascada de pensamientos que se precipitan con la misma rapidez que el agua, y no debemos preocuparnos ni frustrarnos por ello. A través de la práctica regular se irá asentando y se convertirá en un río tranquilo calmado, para finalmente llegar a ser como un océano sin olas, profundo y pacífico.”

“No deberíamos volvernos impacientes o enfadarnos si nuestra mente sigue vagando y tenemos que hacerla regresar a cada segundo. De cualquier manera, la mente no puede ser subyugada mediante la ira, solamente mediante el amor y la amabilidad podremos domarla. Bajo ningún concepto debemos castigarnos o enfadarnos con nosotros mismos en nombre de la meditación.”

“Debemos tratar a nuestra mente de la misma manera que una madre tolerante y cariñosa trata a su hijo travieso. El niño tiene tanta energía que salta de un lado para otro y lo enreda todo intentando salir corriendo de la habitación por cualquier medio. La madre ni se enfada, ni se molesta, ni siquiera le riñe. Le deja jugar dentro de los confines de la habitación, de manera que poco a poco la energía del niño travieso se va agotando, hasta que el final llega a calmarse.”

“De la misma forma, debemos permitir a nuestra mente ir hacia donde quiera, sin dejar de observarla constantemente y hacerla regresar todas las veces que sea necesario. Sin juicios ni impaciencia, sin desaliento ni enfado, de lo contrario nuestra meditación se volverá tensa, difícil y dolorosa. Así le damos espacio a nuestra mente y dejamos que agote su propia energía.”

Lama Yeshe Losal: Vivir el camino. Un método práctico de meditación budista para la vida cotidiana (Ed. I)