viernes, 20 de junio de 2008

distensión progresiva ***

*** por Francisco Bengochea

La principal causa del malestar es la tensión acumulada. Las circunstancias de la vida generan continuamente tensión física y emocional. Cuando esta tensión no puede ser disipada, se produce el estrés.

La tensión tiende por naturaleza a deshacerse, el cuerpo tiende según las leyes de la física a distenderse. Pero para que se produzca esa distensión, la mente tiene que dar su "permiso", por así decirlo.

Sin embargo, todos adquirimos desde la infancia el hábito de no permitir que las tensiones se deshagan, aprendemos inconscientemente a retener la tensión.

El sufrimiento se produce por la incomodidad que provoca un cuerpo tenso que pugna por relajarse y al que se le impide que descargue su contracción. La solución pasa por aprender poco a poco a permitir que la tensión aflore y se libere.

Cuando se ha estado durante muchos años acumulando tensión, obviamente ese aprendizaje no es fácil. Para liberarse de la tensión se requiere, en primer lugar, tiempo. El proceso es el siguiente:

Hay que encontrar un lugar en el que uno pueda concentrarse lo suficiente como para estar pendiente de lo que sucede dentro de uno mismo. Hay que sentarse o acostarse en una posición cómoda que pueda mantenerse por un tiempo indeterminado, evitando la somnolencia. El primer paso es acomodarse y permanecer inmóvil. Al cabo de un rato, que puede ser muy corto o bastante largo según las circunstancias, la tensión comienza a manifestarse.

En ese momento, nuestro primer impulso es hacer lo que hemos hecho siempre, es decir, retener la tensión, cambiando de postura o distrayéndonos en otra cosa. Pues bien, eliminando todo el esfuerzo que solemos emplear en ello, lo que hay que hacer es dejarse ir y permitir que la tensión salga y se disuelva (dando tiempo para que eso ocurra y dejando que la tensión salga por sí sola, evitando "empujar" hacia fuera).

Evidentemente, al principio es algo necesariamente difícil. Sólo cuando lo hemos hecho repetidas veces, y vamos sintiendo el alivio que nos produce deshacernos de toda esa morbidez acumulada, es cuando poco a poco vamos adquiriendo facilidad para ello.

Cuentan, por un lado, la habilidad que progresivamente vamos adquiriendo para dejar salir la tensión y, por otro, la cantidad de tiempo que dedicamos a esta clase de meditación. El tiempo requerido para que nuestro estado anímico mejore sensiblemente puede ser de muchas horas de práctica, pero la mejoría comienza ya desde el primer momento.

Los obstáculos que se encuentran en la práctica de la distensión pueden ser varios. En primer lugar, está la dificultad inherente a un proceso que es el inverso a lo que estamos acostumbrados a hacer. La primera vez que intentamos “dejarnos ir” nos puede resultar casi imposible; es normal sentir una especie de vértigo, o podemos tener la sensación de estar dejando de hacer cosas más importantes. En esos momentos tenemos que clarificar qué es lo que estamos intentando hacer y para qué lo hacemos.

En segundo lugar, cuando la tensión aparece, y en lugar de reprimirla dejamos que fluya, la consecuencia inmediata es aparentemente el malestar que esa tensión provoca normalmente. Decimos “aparentemente” porque en realidad el malestar sólo se produce cuando no se deja que la tensión se deshaga; si sentimos esas sensaciones sin hacer nada por evitarlas, la tensión que las genera se va poco a poco disipando y al final el cuerpo queda “limpio”, de tal manera que el malestar se va para no volver. Para que esto suceda, hay que adquirir la confianza en que ese dejarnos ir va a ser efectivo, y ello requiere adquirir experiencia, siendo el resultado cada vez menos difícil de alcanzar (al principio el flujo de la tensión cuando se deshace puede ser confundido con el malestar en sí).

En tercer lugar, hay que tener en cuenta que, si bien el alivio del malestar empieza a notarse desde el primer momento, se trata en esencia de un proyecto a largo plazo.

Por último, hay que considerar que lo que nos interesa es eliminar la tensión, y para ello debemos conocer las técnicas apropiadas. Las causas que originan esa tensión son en la práctica irrelevantes.