jueves, 17 de marzo de 2011

quedarse quieto

Vivimos en la ignorancia de nosotros mismos. Por eso es muy útil quedarse quieto, para poder vislumbrar el caótico mundo interno y darnos cuenta del estado en que nos hallamos. A muchos les causa tal horror el primer vistazo, que corren presurosos a embarcarse en alguna actividad extenuante para no tener ni tiempo de mirarse.”


“Debes tratar de inmovilizar al cuerpo. Si verdaderamente lo intentas verás el mundo interior que bulle por moverlo. Verás lo difícil que es mantenerlo quieto.”

“Primero por innumerables escozores, dolores, molestias, pulsiones, deseos de acomodarse de otro modo… Después, cuando acostumbras al cuerpo a cierta posición y cuando acostumbrado a ignorar esas sensaciones, permaneces quieto, surgirán ante tu vista los movimientos de la mente, cantidades enormes de constantes movimientos de deseos, consideraciones, diálogos interiores, imágenes de todo tipo, recuerdos y demás cuestiones que desfilarán ante tu vista interna compensando la quietud del cuerpo con movimiento mental; pero al igual que lo hiciste con el físico, no debes ahora ceder al movimiento de lo mental, no sigas sus caminos. Ignora esas divagaciones y vuelve a la [meditación] con mayor énfasis.”

“Te pido que tengas en cuenta algo fundamental en esta lucha: No es con tensión que ganarás la batalla sino al contrario, con entrega y abandono y distensión.”

Mario de Cristo Salvador:  Dios habla en la soledad  (Ed. Narcea)