"Así que, para practicar el Dharma, no hace falta que cambiemos nuestra apariencia externa. Esto es importante. Hemos de desarrollar y reforzar el poder de nuestras mentes, día a día, pero es mejor que nos quedemos con nuestras ropas y aspectos externos habituales. Si empezamos a cambiar radicalmente nuestro aspecto, existe el peligro de que nos impliquemos demasiado en las ocho preocupaciones mundanas. Es mucho mejor que sigamos con las costumbres y convenciones comunes, y pongamos el esfuerzo en transformar nuestra mente, poco a poco, durante meses y años, para volvernos cada vez más positivos, felices y serenos."
"Esto tenemos que hacerlo durante toda nuestra vida, y especialmente en las últimas etapas de ésta. Cuando llegamos a la edad de la jubilación, no debemos quedarnos sentados, esperando morir. Sería mucho mejor dedicar nuestro tiempo a centrarnos en la práctica. Conozco muchas personas que al llegar a una edad avanzada, se comportan como si la vida les quedara por detrás, y no hubiera nada más que hacer. Creo que esta actitud es un poco necia, porque, aunque se hayan jubilado, ¡no están muertos todavía! Sólo han llegado a la primera jubilación, no a la segunda, que es la jubilación grande cuando ya es demasiado tarde. ¡Es lo que se podría llamar una jubilación permanente! Pero entre la primera y segunda "jubilación", hay una verdadera oportunidad para practicar, porque, como mencionaba antes, aunque el cuerpo envejezca, si hemos desarrollado las facultades de la mente, su claridad y visión permanecen, y nos dan la oportunidad de practicar de forma vasta y profunda."
Dalai Lama: La mente en serenidad (Ed. Kairós)