martes, 5 de mayo de 2009

serenar la mente

"La mente puede compararse a un lago. Si sus aguas están calmadas y límpidas, el fondo puede verse con facilidad. En esta metáfora clásica, tanto la agitación mental –las olas incesantes- como el sopor –el lodo que enturbia el agua- nos privan de la visión profunda. Sólo cuando la mente logra un estado de calma profunda su claridad natural puede emerger."

"Hay que darse permiso para, simplemente, estar ahí. Meditar no implica resolver problemas ni tomar decisiones, aunque es fácil que algunas cosas se vean más claras después. No hay que esperar ni buscar nada, sólo mantenerse relajado y alerta a la vez, con una actitud de aceptación perseverante."

"Sólo se trata de sentarse, relajarse y enfocar la atención. Es fácil verse asaltado por multitud de pensamientos, emociones, sensaciones, deseos, dudas… hasta el punto de creer que la meditación, en vez de apaciguar la mente, la agita. No es así: simplemente somos más conscientes de lo que sucede en nuestro interior. Al principio la persona siente que su mente divaga sin freno. Pero ése es justamente el ejercicio: ser capaces de volver una y otra vez al objeto de meditación. La tarea consiste en retornar a ese surco y avanzar por él, sin fuerza, descartando el deseo de conseguir algo, sin aferrarse a nada, juzgarse ni criticarse."

Begoña Odriozola Farré: Meditación para serenar la mente
(Revista Cuerpomente nº 205)